martes, 19 de abril de 2016

Locos.

Y vivieron felices y comieron perdices.
¿Y por qué perdices? ¿Y por qué felices?
No se puede vivir feliz eternamente, en la vida hacen falta emociones, riesgo, desorden, sentir que estamos vivos. Tomar licores con nombre y apellido, romper la botella, sacarnos los cristales, y cuando ya no aguantemos más, ponernos otra copa, o dos.
Ahogarnos.
Llegar a la desesperación, volvernos locos, sentirlo tan dentro que nos haga gritar, que el dolor nos haga reír, que la felicidad haga saltar los lagrimales, sentir el viento en la cara, que nos golpee hasta caernos.
Sentirnos felices, tristes, locos, desesperados, enamorados, perdidos, enfadados, ignorados, frustrados, inútiles, indispensables, únicos, raros, inmortales, vacíos, rotos. Sentirnos vivos.
Yo no quiero comer perdices, prefiero comerte a ti.
Yo no quiero vivir feliz eternamente, prefiero vivir contigo.
Volverme loca.
Quiero bailar hasta tener que tirar los zapatos, hasta no encontrar el orden en mi pelo, enfadarme, gritar , gritar y que me hagas callar con un beso.
En forma de zancadilla.
Caer juntos, manchar el cuello de tu camisa favorita con el rojo de mis labios, quedarnos en el suelo.
Ya habrá tiempo para dormir, vamos a soñar.
Nuestro paraíso, nuestro lugar de guerra.
Y entonces seremos felices, cada uno soñando con el otro, comiendo perdices y siendo felices.
Porque como me dijiste una vez: 'En tu locura es dónde yo encuentro mi felicidad.'