martes, 10 de mayo de 2016

Cuento de princesas.

Una vez me preguntaron cuál era mi canción favorita y parándome a pensar me dí cuenta de que no tengo canción favorita, no tengo película favorita, no tengo ni animal ni comida favorita. Pero sin duda, mi cuento favorito es el que me contaba mi abuelo antes de irme a dormir.
Siempre era igual, una princesa que casualmente se llamaba Sara (era la más guapa del reino).
Aquella princesa siempre tenia la mala suerte de ser secuestrada por un feroz dragón de siete cabezas que escupía fuego por cada una de ellas.
Su padre, el rey, ofrecía su reinado y la mano de su hija a quien consiguiera rescatarla de aquel feroz dragón.
Se presentaban príncipes, hombres con un gran poder, atletas, reyes, generales, etc.
Y cuándo todos acababan fracasando y el rey daba por perdida a su hija, un desconocido campesino se presentaba, era el centro de todas las risas, nadie creía en el, no tenia ni escudo ni armadura, solo la espada de su padre, que estaba muerto.
El campesino iba andando hasta la montaña del dragón y luchaba con el, siempre tardaba una semana en matarlo, una cabeza por día. Cada vez que conseguía cortarle una cabeza se iba a una torre cercana del monte a comer ternasco, beber vino y descansar toda la noche.
Acababa venciendo al dragón, consiguiendo todo el reino y casándose con la princesa.
La boda jamás duraba menos de una semana, y toda la gente del mundo asistía a ella, nadie faltaba y todos bailaban y se reían.
No tengo la gracia de mi abuelo al contarlo, pero tenéis que ver como lo cuenta el.
Alomejor para vosotros es un cuento pobre, sin imaginación, un cuento común.
No digo que no.
Imaginaros a un abuelo contando ese cuento con la misma ilusión y el mismo brillo en los ojos de siempre y a una niña pequeña, con la misma sonrisa, con la que anunciaba que iba a cerrar los ojos, justo cuando su abuelo le besaba la frente.
Alomejor es mi cuento favorito, no por lo que cuenta, sino por el momento en el que se contaba.


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