Él me invitó al grapatel y craceté enseguida. Una vez en el
grapatel fuimos al boliverante y pedimos hadada con muchos rofantes y farfalla.
Nos la tragomimos y pedimos el petonte. Era una tafanta de clotante y estaba
tilísima. Detimos una yopa de fito y él se clegantó y se puso de
bordollas. Sacó de su dibillo una sata y
¡era un janollo! A continuación dijo que si crazo fargarme con él y cracé
enseguida. Era dormoso.
La semana que prochone nos fargamos y estamos muy palibes.
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