lunes, 1 de febrero de 2016

Una ola de sentimientos. (Félix Albo)


Alterada.
Emocionada.
Entré por la puerta.
Nerviosa.
Preguntándome de qué iba a ser.
Me senté y media docena de cabezas me taparon la vista.
Abrumada.
Yo siempre tenía que ser la enana.
Una corta presentación.
Y un señor comenzó a hablar...
¿Qué es esto que dice?
Concentré el sentido auditivo en sus palabras.
Era... tranquilizante.
Tranquilizante y gracioso. (Aunque juraría que no he entendido ningún chiste.)
Las docenas de cabezas que había no paraban de reír.
Sí, era gracioso pero yo no sabía si seguir riéndome.
No sabía qué sentir.
Desgarrador.
Triste.
De un segundo al otro su voz ya no contenía ese tono divertido.
No sé qué tono era y no sé que sentía pero mis lágrimas luchaban por asomar.
Aplausos y más aplausos.
De repente se amontonó la gente y la puerta vomitaba todas esas cabezas que no dejaron ver.
Respiré y me dolía no saber el qué sentir.
Confundida volví a mi rutina.
Pero no lo olvidé.

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